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Argumento
La narradora es una
mujer, Ángela Carballino. Su madre es una piadosa
cristiana de
fe recia e inamovible. Vive en un pueblecito de la provincia de
Zamora, Valverde de Lucerna, situado al borde de un bello lago, junto a un
macizo de montaña. El escenario queda sugerido por el maravilloso
lago de Sanabria en
San Martín de Castañeda,
Sanabria, al pie de las ruinas de un
convento de Bernardos, y donde vive la leyenda de una ciudad, Valverde de Lucerna, que yace en el fondo de las aguas del lago.
Tan real es el escenario descrito por
Unamuno que le consagra dos poesías:
-
- Ay, Valverde de Lucerna,
- hez del lago de Sanabria,
- no hay leyenda que dé cabria
- de sacarte a luz moderna.
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- Se queja en vano tu bronce
- en la noche de San Juan,
- tus hornos dieron su pan,
- la historia se está en su gonce.
-
- Servir de pasto a las truchas
- es, aun muerto, amargo trago;
- se muere Riba del Lago,
- orilla de nuestras luchas.
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-
- San Martín de Castañeda,
- espejo de soledades,
- el lago recoge edades
- de antes del hombre y se queda
-
- soñando en la santa calma
- del cielo de las alturas
- en que se sume en honduras
- de anegarse, ¡pobre!, el alma...
-
- Men Rodríguez, aguilucho
- de Sanabria, el ala rota
- ya el cotarro no alborota
- para cobrarse el conducho.
-
- Campanario sumergido
- de Valverde de Lucerna,
- toque de agonía eterna
- bajo el caudal del olvido.
-
- La historia paró, al sendero
- de San Bernardo la vida
- retorna, y todo se olvida
- lo que no fuera primero.
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Sin embargo, Unamuno no se atiene con servilismo literario al paisaje
que le sirve de modelo, tanto en lo físico como en lo humano. No quiere
significar esto que el autor no sepa explicar estéticamente los
elementos del paisaje.
Ángela se ha educado en la
ciudad. Pero al concluir los años del
colegio, el magnetismo que irradia Don Manuel (contado todo por la madre de Ángela), la atrae inexorablemente a Valverde de Lucerna.
Lázaro, el hermano incrédulo, que vuelve de
América, rico y con un amplio bagaje cultural
laico,
viene al pueblo muy decidido a trasladar a su familia a la ciudad. El
señorito laico enriquecido parece despreciar todo lo que huele a
religión. Pero cae inmediatamente en la cuenta de que Don Manuel no es como los otros curas. Es un
santo.
Con él hace una excepción. Cuando muere su madre, reconoce claramente
que Don Manuel es un hombre maravilloso. Finalmente termina por sucumbir
en este duelo entablado entre las dos figuras próceres del pueblo, y
entra de lleno en la órbita de Don Manuel. Desde ese día, Lázaro no
falta nunca a misa, ayuda al cura, etc. ¿A qué se ha convertido Lázaro?
¿Al
catolicismo ortodoxo? ¿A la sugestiva y electrizante personalidad de Don Manuel?
Don Manuel ve eclipsarse paulatinamente su vida. Entretanto, Lázaro
es el mejor coadjutor del párroco en la vida pastoral. El pastor de
almas muere en medio de sus feligreses en la iglesia parroquial. Lázaro y
su hermana recogen la herencia espiritual legada por Don Manuel. Lázaro
ve también resquebrajarse su salud y muere como su maestro.
Ángela Carballino, la última
superviviente
de la familia espiritual de Don Manuel, es la que nos trasmite sus
recuerdos personales y el secreto de la vida de este párroco
excepcional.
Este es el esqueleto externo de la novela. Desde el punto de vista de
la acción, la novela es muy simple. No hay episodios apasionantes. No
hay peripecias sensacionales que atraigan nuestro interés. Hay una
auténtica tensión dramática, pero queda relegada a un dramatismo sobre
todo interno. La anemia externa de la obra queda compensada con la
riqueza espiritual de los personajes y de sus diferentes actitudes.