ANTONIO CAÑO (ENVIADO ESPECIAL) - Dresde
Un día después de su impactante discurso a los musulmanes en El Cairo, Barack Obama prolongó ayer su campaña de mensajes y su gestión de paz en Oriente Próximo con una visita al campo de exterminio de Buchenwald, en el este de Alemania, donde, además de rendir homenaje a los miles de judíos y personas de otras religiones y etnias muertas a manos de los nazis, hizo un canto a la virtud de la reconciliación.
Buchenwald está en la memoria familiar de Obama porque un tío abuelo suyo estaba entre las tropas estadounidenses que liberaron ese campo. Posteriormente, el presidente de Estados Unidos supo más sobre ese lugar a través de los relatos de uno de los personajes a los que admira, el Nobel de la Paz Elie Wiesel, cuyo padre murió allí y que él mismo fue prisionero entre sus siniestras paredes. La visita a Buchenwald era, por tanto, una de las misiones pendientes de Obama desde hace tiempo. Pero su presencia ahora aquí resulta inseparable del papel de referencia que en este momento ocupa el presidente norteamericano y de sus actuales esfuerzos en relación con el conflicto palestino-israelí. La mera presencia en un campo nazi representa una muestra de respeto al exterminio judío y una condena a aquellos que niegan el Holocausto. Obama no ha incluido a Israel en su primera visita a Oriente Próximo y se ha embarcado en una difícil labor de presión sobre el Gobierno israelí para que flexibilice su política. Esta visita, en ese sentido, puede ayudar a serenar algunas inquietudes en el Estado judío. Pero el presidente norteamericano quiso darle a esta jornada una trascendencia algo mayor. Presentó Buchenwald como una muestra del drama de la II Guerra Mundial, pero también como un ejemplo de la voluntad de reconciliación, entendimiento y progreso que el mundo demostró después. "Quiero celebrar también cómo, tras aquella tragedia, ahora tenemos una Europa unificada, una Alemania que mantiene fuertes lazos con Israel, y quiero celebrar las posibilidades de reconciliación, perdón y esperanza", manifestó. Obama trató de trasladar ese ejemplo, en la medida de lo posible, a la crisis actual en Oriente Próximo, donde dijo que, aunque tanto israelíes como palestinos y árabes van a tener que hacer importantes concesiones, es necesario aprovechar las circunstancias para conseguir un acuerdo de paz. "Creo que éste es el momento de actuar sobre lo que todos sabemos que es la verdad, esto es, que cada lado va a tener que hacer difíciles compromisos", afirmó el presidente estadounidense en una conferencia de prensa en Dresde con la canciller federal alemana, Angela Merkel, que coincidió con él en que "existe una oportunidad única de avanzar en la negociación de la paz". Entre los sacrificios de cada parte, Obama insistió en que Israel va a tener que poner fin a los asentamientos y va a tener que aceptar la solución de dos Estados (Israel y Palestina). "Reconozco la dificultad de esas medidas", declaró. "Pero, como amigo de Israel, Estados Unidos tiene la obligación de ser honesto con él y recordarle lo importante que es conseguir esto para la misma seguridad nacional de Israel". Los palestinos, por su parte, deberán tomar medidas más enérgicas para garantizar la seguridad dentro de su territorio. "Todavía no vemos por parte de la Autoridad Palestina un compromiso serio de que son capaces de controlar ciertas áreas de la frontera", advirtió Obama. Al mismo tiempo, los palestinos tendrán que acabar con la corrupción, demostrar mayor capacidad de autogobierno de la que han dado muestra hasta la fecha y evitar las incitaciones a la violencia. "Sigue habiendo una tendencia, incluso entre aquellos palestinos que se declaran interesados en la paz con Israel, de hacer declaraciones que alientan el odio o no resultan constructivas ante el proceso de paz", señaló Obama. Por lo que respecta a los países árabes, el presidente estadounidense expresó que le gustaría ver algunas indicaciones de que "están dispuestos, si Israel asume algunos compromisos, a tomar también algunas decisiones difíciles para abrir el comercio y las relaciones diplomáticas entre Israel y sus vecinos". "Todas estas cosas llevan tiempo", admitió. "No van a ocurrir inmediatamente. Pero confío en que, si lo abordamos, podamos conseguir algunos progresos significativos este año". Estados Unidos no puede obligar a las partes a hacerlo, recordó. Pero sí puede crear el marco adecuado para que esos progresos se produzcan, y Obama insistió ayer en que no dejará pasar un día para intentarlo. El presidente anunció que, la semana próxima, el enviado especial de su Gobierno para Oriente Próximo, George Mitchell, viajará a la región para dar seguimiento al discurso pronunciado en El Cairo. Ese discurso, bien recibido en casi todas las partes del mundo, constituye una plataforma desde la que actuar en la región como pocas veces ha tenido antes algún otro presidente de Estados Unidos.
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