jueves, 19 de noviembre de 2009

Una sentencia no ve violencia doméstica en los noviazgos entre adolescentes

http://www.20minutos.es/noticia/569966/0/sentencia/violencia-domestica/adolescentes/


Una sentencia no ve violencia doméstica en los noviazgos entre adolescentes. (Imagen: ARCHIVO)

La Audiencia de Cantabria ha absuelto de un delito de violencia doméstica a un joven que amenazó y persiguió a su ex novia, menor de edad, para que volviera con él, porque considera que un "enamoramiento propio de adolescentes", sin proyecto de futuro, no puede equipararse a la relación de pareja que exige el Código Penal.

La sección tercera de la Audiencia confirmó así la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal número 2 de Santander, que condenaba a J.M.G.L. a pagar una multa de 60 euros por una falta de amenazas y coacciones de carácter leve y le prohibía acercarse a la chica durante seis meses, pero le absolvía del delito de violencia doméstica que también se le imputaba.

El joven, que ahora tiene 18 años, llamaba a la chica, que tenía 13 años cuando comenzó la relación, insistentemente a diario a su móvil, se presentaba en el centro donde estudiaba dibujo dando gritos y golpes en la puerta y llamaba a los amigos y conocidos de ésta en tono intimidatorio, con el objetivo de retomar su relación, según relata la sentencia.

Además se acercó a las inmediaciones del domicilio de su ex novia, por donde sabía que paseaba a su perro, la abordó, diciéndole a gritos que "se iba a enterar", preguntándole que "con quien había estado" y le quitó el móvil. Como ella no le hizo caso, llegó a tirarse por el suelo y a arrastrarse por la calzada.

La acusación particular recurrió el fallo del Juzgado de lo Penal, pero la Audiencia argumentó que la relación, aunque haya durado dos años, no puede ser calificada como de pareja en los términos que recoge el artículo 172 del Código Penal, que se refiere a quienes de modo leve coaccionen "a quien sea o haya sido su esposa o mujer que esté o haya estado ligada a él por una análoga relación de afectividad aun sin convivencia".

Constituir una pareja estable

Para el tribunal, la relación tendría cabida en ese contexto si existiera la finalidad de constituir una pareja estable, una finalidad que puede presumirse en las relaciones de este tipo entre los mayores de edad que estudien o trabajen pero que es "menos evidente" entre menores que están todavía en fase escolar y que carecen de otros medios económicos que los que les proporcionan sus padres o tutores, con los que además conviven.

En este caso, debido a las edades de ambos, es "difícil imaginar" que, con el grado de madurez que se les supone, "se pueda tener una relación de pareja con idea de proyecto común y compartido".

"De proyecto futuro no cabe ni pensar. De vinculaciones tampoco. Lo que había entre ambos era la típica relación de enamoramiento que puede prolongarse más o menos en el tiempo, pero en la que no se puede predicar que concurran las notas características de una pareja a los fines previstos en la norma", razona la magistrada ponente de la sentencia, Paz Aldecoa.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Aguirre castiga con menos dinero a la educación pública


Los sindicatos denuncian el cierre de aulas para integrar a inmigrantes y de grupos de nocturno

JAVIER SALAS - MADRID - 12/11/2009 03:00

La partida dedicada a la Educación en los presupuestos para el año 2010 de la Comunidad de Madrid, un total de 4.784 millones de euros, se reduce en más de 50 millones respecto a las cuentas de 2009. El recorte perjudica a los centros públicos, cuyo presupuesto baja un 3%. En cambio, el dinero destinado a financiar la escuela concertada crecerá algo más de un 6%.

El "desmantelamiento de la educación pública" por parte del Ejecutivo de Esperanza Aguirre se ha acentuado este curso, según denuncia la comunidad educativa madrileña Así, el sindicato CGT y asociaciones de profesores y padres destacan, a modo de ejemplo, que se han cerrado más de 20 aulas de enlace (para alumnos inmigrantes con problemas de adaptación), una vez comenzado el curso y sin planificación previa.

"Lo peor es que no podemos saber exactamente cuántas son las aulas cerradas por culpa del secretismo del Gobierno madrileño", lamenta Carlos Sanz, portavoz de la secretaría del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STEM).

El "desmantelamiento" no acaba ahí, ya que la Consejería de Educación también ha reducido 11 grupos de Bachillerato del turno nocturno, aquel que permite compatibilizar en muchos casos los estudios con la vida laboral o familiar, según denuncia CCOO.

Más alumnos por clase

Además, en diez institutos de Educación Secundaria se han reducido cupos cuando los grupos, horarios y puestos de profesorado ya se habían establecido. "Este año han sido brutales el incremento de ratio que hemos tenido [más alumnos por clase] y el recorte de plazas de profesorado. Y se siguen cerrando aulas de formación profesional. Ése es su modelo: no tienen ningún interés por la educación", lamenta el secretario general de FETE-UGT de Madrid, José Vicente Mata.


Según este sindicato, también la enseñanza universitaria pública se encuentra en el punto de mira de Aguirre. "Han subido el coste un 20%, con el único objetivo de potenciar a las privadas", asegura.

Por su parte, el secretario general de Enseñanza de CCOO, Francisco García, opina que la Comunidad de Madrid es "la última de la fila en gasto educativo", tanto en función de su PIB como en gasto por alumno. Para Carlos Sanz, de STEM, todo responde a la estrategia de "adelgazar" el gasto en educación, una partida que se sostiene "con una nómina pesadísima" de docentes y educadores.

La portavoz de IU en la Comisión de Educación de la Asamblea de Madrid, Eulalia Vaquero, calificó estos presupuestos como una "agresión a la enseñanza pública, ya que mientras prácticamente todas las partidas se congelan, los recursos destinados a la concertada aumentan un 6%, a pesar de que este curso ha aumentado el número de alumnos que han elegido pública".

Perjudicados

-22% inversiones
El capítulo con el que se pagará la luz, la calefacción y el material escolar se desploma, y se reduce a una cifra similar a la de 2005.

-25% residencia de estudiantes
La partida dedicada en los presupuestos a la Fundación de esta prestigiosa institución se ha reducido un 25%, mientras que la destinada a los profesores de religión crecerá casi un 2%.


Casi dos millones de españoles son alcohólicos, en su mayor parte jóvenes

# Su perfil es nuevo: jóvenes con policonsumos y problemas de conducta.
# Los expertos piden una ley para combatir el consumo entre menores.
# Un 8% de los españoles, más de 3,68 millones, abusa del alcohol

Más de 3,68 millones de españoles (un 8% de la población) abusa del alcohol y casi dos millones (4%) son o están en riesgo de ser adictos a la bebida y necesitan tratamiento.

Son datos de la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España (FARE), responsable de una guía de buenas prácticas en colaboración con el Plan Nacional sobre Drogas. El doctor Francisco Pascual, asesor de la FARE, ha explicado que se habla de abuso cuando el paciente bebe a diario el equivalente a medio litro de vino y de dependencia cuando lo que se consume al día es la cantidad equiparable a una botella de vino de tres cuartos.

Aunque se manejan cifras estimadas de afectados por el alcohol en España -que no cuantifican aspectos importantes como el consumo compulsivo de alcohol entre jóvenes- los registros informatizados que se están creando en las comunidades autónomas darán "datos más concretos de la situación dentro de dos años", apuntó el experto.

No obstante, según el doctor Pascual, la observación que realizan los profesionales que atienden a estos pacientes en clínicas y centros de rehabilitación ha demostrado que, en los últimos años, ha habido un cambio de perfil de estos dependientes, "que antes eran personas de 40 ó 50 años y ahora son jóvenes de unos 20 años de edad, que además de consumir alcohol toma cocaína y cannabis".

"Retomar" la ley contra el alcohol en menores

En los nuevos alcohólicos "el componente psicológico de la dependencia es mucho más fuerte que el componente físico, que se veía años atrás, con los síndromes de abstinencia o los 'delirium tremens'". "Ahora lo que vemos son muchas carencias a nivel conductual, como irritabilidad o carencia de valores", indicó.

Ante esta situación, el especialista considera que una ley para combatir el consumo de alcohol entre los menores, como la que intentó sacar adelante como ministra de Sanidad Elena Salgado, es "una asignatura pendiente de esta sociedad" que "se debería retomar".

Atención, silencio

ANTONIO MUÑOZ MOLINA 14/11/2009

Uno pierde algo y la pérdida es el aliciente para una búsqueda que de otro modo no habría sucedido. Winifred Gallagher tuvo la sensación de perderlo todo de golpe cuando le diagnosticaron un cáncer y a lo largo de los meses del miedo a morir y del tormento de la quimioterapia intuyó algo en lo que hasta entonces no había reparado, una fortaleza personal que desconocía, una capacidad de enfocar su atención en el tiempo presente en vez de mirar hacia la posible negrura del porvenir inmediato o de refugiarse vanamente en la nostalgia de su vida anterior a la enfermedad. En torno a los cincuenta años, Sara Maitland se encontró de un día para otro igual de despojada: sus hijos se habían hecho adultos y vivían por su cuenta, su matrimonio de muchos años se había desintegrado sin drama, su juventud pertenecía ya indudablemente al pasado. Winifred Gallagher descubrió a causa de la enfermedad el misterio de la atención al presente, la facultad fabulosa de la mente humana para concentrarse plenamente en algo, iluminarlo, percibirlo como una revelación, como un tesoro a la vez sólido y fugaz que requiere para ser apreciado el esfuerzo de la inteligencia y de cada uno de los cinco sentidos. Sara Maitland, una mujer a la vez religiosa y activista de izquierdas, feminista militante, recién convertida al catolicismo, hizo un descubrimiento que en el fondo se parece al de Gallagher, y se dedicó igual que ella a explorarlo y a escribir sobre él: ella, que llevaba toda la vida hablando, argumentando, defendiendo la urgencia de las mujeres por levantar la voz en público, se encontró sola en una casa vacía y descubrió el don del silencio. Después de tanta agitación, de tantas palabras, de vivir en el aturdimiento continuo y cotidiano del ruido, Sara Maitland se detuvo un momento a prestar una atención tan aguda como la que estaba ejercitando Winifred Gallagher y decidió que el silencio no iba a ser una desgracia, el espacio en blanco marcado tan sólo por huellas de ausencias, sino el lugar en el que de ahora en adelante quería habitar.

Explorando su propia capacidad de atención, las maravillas que le ofrecía, la dificultad de sostenerla, Winifred Gallagher fue aprendiendo en los meses de su tratamiento que la forma de la vida es la suma de las cosas a las que decidimos estar atentos. Lo que no ves no existe. La voz que tienes cerca y que no escuchas aunque asientas con la cabeza es la de un fantasma. El psicoanálisis nos ha convencido de que nuestra identidad es el drama eternamente representado de unas cuantas desgracias de nuestra infancia más lejana. Revivimos quejumbrosamente agravios del pasado con la misma mezcla de complacencia y masoquismo con que un nacionalista invoca el ultraje de las batallas perdidas hace unos cuantos siglos. Si somos irremediablemente la consecuencia de lo que sucedió o lo que imaginamos que sucedió hace mucho tiempo, reflexiona Gallagher, nuestra vida futura está marcada por la fatalidad. Pero el pasado no existe y no puede corregirse: valdría más concentrar la atención y la energía en evitar la repetición de antiguos errores o mitigar las consecuencias de los que se cometieron. Ni está el mañana (ni el ayer) escrito, dice el poema de Antonio Machado. El mañana ni siquiera está escrito en nuestros circuitos neuronales, recuerda Winifred Gallagher, porque ahora se sabe que el cerebro tiene una plasticidad muy superior a la que se imaginaba hasta hace muy poco, y que continuamente se está modificando, estableciendo nuevas y deslumbrantes conexiones que son los chispazos del aprendizaje, los de la atención maravillada.

El libro de Gallagher se titula Rapt: Attention and the Focused Life; el de Sara Maitland, A Book of Silence. Los dos pertenecen a ese género admirable, tan poco cultivado entre nosotros, que mezcla la autobiografía y la erudición, el amor por la literatura y por la divulgación científica, un dejarse llevar por la materia que lo entusiasma a uno con franca curiosidad y puro deseo de saber, sin ir cargado con el fardo verboso de la egolatría. No sé apenas nada de ninguna de las dos, pero imagino que Winifred Gallagher es una mujer más sensual y más despierta a los placeres mundanos, y Sara Maitland más vulnerable a las seguridades de la ideología, a esos arrebatos de misticismo y ortodoxia que ella misma estudia a lo largo de su libro. Hay algo de desasosiego y fanatismo en su búsqueda, en sus retiros de varias semanas en casas aisladas de toda cercanía humana y batidas por el viento en páramos escoceses, en su gradual exigencia de mayores profundidades de silencio, que acaba llevándola al lugar más silenciosamente desolado de todos, el desierto del Sinaí, donde los profetas bíblicos y los ermitaños del cristianismo primitivo escucharon voces terribles y tuvieron visiones de tentación y apocalipsis. En sus rigurosas soledades Sara Maitland estudia las soledades abismales de otros: la de Cristo en los cuarenta días y cuarenta noches que pasó en ese mismo desierto, la del almirante Byrd, que vivió seis meses solo y en la oscuridad del invierno polar en una cabaña de la Antártida, la de los navegantes solitarios que daban la vuelta al mundo en pequeños veleros, la del náufrago Alexander Selkirk, que pasó solo cinco años en la isla de Juan Fernández e inspiró a Daniel Defoe las aventuras de Robinson Crusoe, la de los monjes tibetanos que se retiran a una gruta del Himalaya para sumergirse en una meditación que tiene algo de catalepsia.

Despertada de la somnolencia en la que vivimos habitualmente todos por el sobresalto del cáncer, Winifred Gallagher se ejercita en prestar atención a las cosas que le importan más: "Las grandes, como mi familia y mis amigos, mi vida espiritual y mi trabajo", dice, "y las más pequeñas, como las películas, los paseos y los martinis de las seis y media de la tarde". Todo conspira cada vez más para distraernos, para aturdirnos, para dejarnos sordos con una incesante cacofonía de reclamos. Pero la sensación de rapto que nos sucede igual en la invención estética y en la pasión amorosa no existe sin la perseverancia de una atención que puede bruscamente transmutarse en algo parecido a un milagro, el único posible, el de la plenitud de lo real.

Tomo notas, con los dos libros abiertos, en un pupitre espacioso de la biblioteca pública, junto a un ventanal inundado por la luz pálida de la mañana de noviembre. Aprendo a estar atento, leyendo a Winifred Gallagher, pero he de estarlo a la vez a lo que leo y a la gente que pasa junto a la ventana, a las acacias de hojas diminutas que brillan al sol con un amarillo de mostaza. Gracias a Sara Maitland soy más consciente de la calidad del silencio que me hace falta para trabajar con placer y provecho, pero también del rumor de las presencias que me hacen compañía, envolviéndome en su cobijo cálido: voces amortiguadas mezclándose, el balbuceo de un bebé en brazos de una madre lectora, el ruido hueco de un teclado en el que alguien escribe. Atención y silencio vuelven memorable el presente.

Rapt: Attention and the Focused Life. Winifred Gallagher. Penguin Press, 2009. 256 páginas. A Book of Silence. Sara Maitland. Granta Books, 2009. 320 páginas. www.saramaitland.com/

jueves, 5 de noviembre de 2009

Infierno en el colegio El 24 % de niños sufre acoso escolar | Los expertos advierten de los efectos directos del ‘bullying’ en la salud de la víctima

  • Anna Lladó
  • ,
  • ADN

Ridiculizar, aislar, ningunear vejar, pegar. Elbullying tiene mil formas. Muchas vertientes y muy crueles. En España, el 24 % de niños refiere conductas de acoso escolar, según el informe Cisneros X, de 2007, y elaborado desde las opiniones de 25.000 menores de siete a 17 años. Los expertos advierten de los efectos (a veces demoledores) de este tipo de maltrato.

El bullying ha existido siempre, pero ahora tiene nombre y se denuncia. Son "las conductas de maltrato que atentan contra la dignidad del menor, que se repiten de forma sistemática y que el agredido sabe que no cesarán", apunta Araceli Oñate, autora del Cisneros X y profesora de la Universidad Politécnica de Madrid.

Se trata de violencia física, social y psicológica que tiene unos efectos directos en la salud del menor que la sufre. "El 53 % de niños acosados sufre estrés postraumático", que puede derivar en "somatizaciones, terror nocturno, ataques de pánico, irritabilidad o una disminución de la autoestima", entre otros factores, señala Oñate. El temor que padece es tan brutal que en muchos casos la víctima no es capaz de verbalizar el nombre de su acosador.

Esto, junto al hecho de que "el fin de semana está solo, no tiene amigos en el colegio",son algunas señales para que los padres intuyan que su hijo sufre bullying, apunta Encarna García, presidenta de la Asociación contra el acoso escolar.

Lejos de tópicos, no hay un perfil definido de quien padece este tipo de maltrato: "Es un niño o niña normal, que no tiene por qué ser débil física o psicológicamente", dice Oñate. Pero síes alguien que destaca por algún motivo: el mejor o el peor de clase, la más guapa, el más deportista, el que metió un gol o al que se lo marcaron...

En el caso del agresor, los especialistas sí dibujan un perfil habitual. "Es alguien que no tiene carisma y necesita ser líder; con un mal concepto de él pero que es hábil manipulando", apunta el psicólogo Ferran Barri, presidente de SOS Bullying."La mayoría, un 70 %, no confía en nadie; en muchos casos sufrió violencias anteriores y un abandono emocional. A menudo el acosador está mucho más dañado que su propia víctima", añade Oñate.

El bullyingno entiende de edad, aunque según se avanza en cursos, se reduce; el pico del acoso está en tercero de primaria. Ni tampoco distingue por cuestión de género: el porcentaje de niños y niñas implicados en el bullying es prácticamente igual, pero es un acoso distinto. "En los chicos es más físico; en ellas se excluye y difama", explica Barri.

Erradicar el acoso escolar es posible, sentencian los expertos. "A la mínima sospecha, hay que actuar. No se debe callar", insiste García. "Hay que reforzar las medidas en los centros y establecer protocolos de buen trato", agrega Oñate.

LOS APUNTES

24 horas de acoso con las nuevas tecnologías

El 'bullying' se ejerce también "a través del correo electrónico, los chats y las redes sociales; es demoniaco", lamenta Encarna García. "En internet hay total impunidad y gran difusión; así, la víctima está sometida al maltrato 24 horas", insiste Araceli Oñate.

La causa del maltrato no está en la víctima

Intentar buscar la causa del acoso en la víctima es algo habitual ('Es un frikie', 'Huele mal', 'Viste raro'...). Los expertos recalcan que el agredido no es responsable de nada. En la mayoría de víctimas aparece un gran sentimiento de culpabilidad.

Practicar la violencia aún sale rentable

La violencia sigue estando retribuida con el reconocimiento del grupo. Para acabar con el 'bullying', rechazar -en lugar de premiar- las actitudes violentas es la clave. Y evitar que quien tenga que dejar el centro para conseguir que el acoso cese sea la víctima.

‘BULLYING’: DENUNCIA DEL MALTRATO EN LAS AULAS A TRAVÉS DE LA GRAN PANTALLA

Hablar del problema, denunciarlo, es el inicio de la solución. Se puede hacer de muchas formas, también desde el cine. Se acaba de estrenar Bullying, una película dirigida por Josechu San Mateo, que relata el acoso -físico y psicológico- que sufre un chico por parte de un grupo de compañeros del instituto.

"Es una realidad que hay que denunciar. Tal vez algún padre pueda reconocer la situación" y darse cuenta de que su hijo está siendo maltratado, dice Carlos Fuentes, uno de los actores de la cinta.

Hay escenas muy duras, que impactan e incitan a la reflexión. "Y nos hemos quedado cortos, en crudeza y en edad. Si volviera a hacer la película la haría con niños de nueve años", dice San Mateo.

En su filme, la víctima es Jordi, un chico de 15 años que, tras la muerte de su padre, cambia de ciudad e instituto en busca de una nueva oportunidad. Pero acaba encontrando un infierno, por culpa del acoso que recibe de un compañero lleno de ira, Nacho, y sus secuaces.

Para hacer la película -con un guión que han tramado sociólogos y profesores-, el director contactó con chicos que han sufrido acoso escolar y también con agresores y profesorado.

Los padres también hacen novillos en la escuela

Sólo uno de cada diez progenitores participa de forma activa en la escolarización de sus hijos, según un estudio. Escenifican un divorcio con los docentes que lastra la educación de los niños.

JAVIER SALAS - MADRID - 26/10/2009 06:00

No hay nada peor para la formación de un niño que aquella situación en la que sus padres lo aparcan en el colegio, desentendiéndose de lo que allí sucede hasta que llegan las notas. Y, sin embargo, es un fenómeno que crece sin freno. Desde 1995, el porcentaje de familias implicadas activamente en las asociaciones de madres y padres de alumnos (AMPA) ha pasado del 56% al 22%, según el Ministerio de Educación. De hecho, la actividad en la que más participan los padres con hijos en primaria (después de la aportación de materiales) es la decoración y organización de fiestas. El pasado miércoles, el conseller de Educació catalán, Ernest Maragall, reveló que las AMPA sólo gastan el 20% del presupuesto reservado para sus actividades.

Muy poca cosa para una tarea en la que los expertos aseguran que debe implicarse "toda la tribu". De hecho, los especialistas hablan de que el éxito en el rendimiento escolar depende en un 30% del entorno social, en un 20% del centro educativo y hasta en un 50% de lo que sea capaz de aportar el entorno familiar. Con estos mimbres, no es de extrañar que en Europa, sólo Portugal y Malta superen la tasa de abandono escolar de España durante el Bachillerato.


Las razones que justifican el alejamiento no se encuentran únicamente en la desidia del progenitor. Muchos padres encuentran barreras en los muros de los colegios y profesores que los tratan "como si siempre tuvieran razón ellos, que son los expertos", según asegura Pedro Rascón, presidente de la mayor confederación de padres y madres de alumnos, la CEAPA.

Leyes contradictorias

Las administraciones no ayudan mucho a aclarar la situación. Por un lado, según la Ley Orgánica de Educación (LOE), la responsabilidad de fomentar esas relaciones entre padres y profesores corresponde a estos últimos, desde el centro. En cambio, la norma andaluza de 2008 y el proyecto de Ley de Educación de Aragón recogen por igual que los padres "tienen la obligación de colaborar con los centros docentes y con el profesorado".


Además, de los pocos cauces que existen en la actualidad para la comunicación entre las familias y el claustro, la mayoría están desfasados en la práctica, como denuncia Rascón. "Los consejos escolares han perdido competencias y nunca salen adelante propuestas que impliquen a los padres o que ellos hayan propuesto, salvo el concurso de villancicos y la organización de chocolatadas", protesta. Según Rascón, en cuanto hay discrepancias, la dirección aplica el "rodillo", ya que maneja una mayoría de representantes en el consejo, si se suman los votos del equipo directivo a los del profesorado.

En estos momentos, en que el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, ha abierto el debate entre las fuerzas políticas para alcanzar un pacto educativo, conviene mejorar el entendimiento entre familias y docentes. Porque el recelo es mutuo: cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, propuso la aprobación de una ley de autoridad para los docentes, las asociaciones de padres fueron las primeras en oponerse. Desde su perspectiva, esta norma no serviría para endurecer las sanciones contra quienes agreden a un profesor y, a cambio, desequilibraría en su contra las relaciones entre padres y educadores.

Para aportar soluciones a este problema, a finales del pasado septiembre, la Federación Española de Religiosos de Enseñanza (FERE) y la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa) crearon un foro de reflexión "sobre la imprescindible colaboración entre la familia y la escuela".

Familia y escuela

Allí, el pedagogo Ángel Miranda presentó el informe que había coordinado: Familia y escuela. La responsabilidad de un compromiso educativo compartido. Según Miranda, se vive "una situación de desencuentro", porque sólo una de cada diez familias ejercen una participación real en la escolarización de sus hijos. Para Miranda, el problema que ha surgido en los últimos años es que los padres ven la escolarización de sus hijos como un servicio: "Actúan con respecto a la escuela como si fuera un hotel o un restaurante, llevan al niño y, si el servicio es bueno, se desentienden".

Por ello, a la hora de plantear respuestas, Miranda comienza por reclamar que los padres "se pringuen" en la educación que han elegido para sus hijos. Pero, sobre todo, es necesario mejorar la comunicación para que los hijos no "jueguen al escondite entre profesores y padres".

A los sindicatos de profesores no les cabe duda de que "la dejación de tareas [por parte de los padres] es una realidad y el sentimiento mayoritario en los claustros", como defiende el secretario general de FETE-UGT, Carlos López.

Con respecto a la suspicacia que denuncian las asociaciones de padres, López la pone en duda: "Puede haber casos excepcionales, pero normalmente el docente ve como una ventaja para su trabajo la participación de los padres". Para el sindicalista, la clave está en concienciar a toda la sociedad de que, si las familias no se implican, "será complicado avanzar".

Unos 200.000 niños madrileños están apretados en clase por falta de docentes

  • El ministerio recomienda que no se superen los 30 alumnos por clase.
  • El 18,5% de alumnos estudian en aulas masificadas, pero la Consejería de Educación asegura que cumple la ley.
  • Hay 160 profesores menos y problemas para cubrir las bajas.

MARIO TOLEDO. 29.10.2009

Pocos profesores para muchos niños. Ésta es, en pocas palabras, la situación de las aulas madrileñas. De los 1.082.855 alumnos matriculados este curso en la región, 200.000 (18,5%) estudian en aulas saturadas, según CC OO. Mientras, la FAPA Giner de los Ríos calcula que "la inmensa mayoría de las aulas roza las ratios, se aprovechan al máximo los espacios", según su presidente José Luis Pazos.

Para medir la masificación escolar se hace uso de las ratios, es decir, el número máximo de alumnos que debe haber en cada clase. El ministerio de Educación recomienda que no se superen los 25 alumnos por profesor en Primaria ni los 30 chavales por docente en Secundaria. De los 200.000 alumnos que sobrepasan estos límites en Madrid, 185.000 cursan estudios en escuelas privadas o concertadas y 15.000, en centros públicos.

El origen de esa saturación está en la escasez de profesorado. "El actual curso se inició con 160 docentes menos de lo que se planificó en junio", explica el portavoz de Enseñanza de CC OO, Francisco García. Según sus estimaciones, harían falta 4.000 profesores más "para dar clase sin problemas". Actualmente hay 50.000 en la pública y 22.000 en la privada-concertada.

La Consejería de Educación niega que haya masificación: "Todos los centros de la Comunidad tienen los recursos suficientes para cumplir las normas, en lo que a ratios se refiere, que marca la Ley Orgánica de Educación".

"Se ponen parches"

Pero la carencia de docentes provoca problemas a la hora de impartir clase. Al no haber profesores suficientes, las direcciones de los centros están teniendo dificultades para cubrir a los docentes que piden una baja. En estos casos, "se ponen parches para evitar que los alumnos pierdan clase", cuenta García.

Los profesionales denuncian que la mayoría de veces se cubren bajas con profesores de refuerzo, que no son especialistas en la materia que deben impartir. En otras ocasiones, se cuadran los turnos para que el resto de docentes hagan horas extra durante el tiempo que dura la baja de su compañero. Incluso, "se dan casos de centros donde ni siquiera se cubren las bajas de baja duración". Todo ello supone que los estudiantes pueden pasar semanas sin ver al profesor que les corresponde.

Rosa Mª Morales, estudiante: "Estamos desde inicio de curso sin profesor"

Rosa María y sus compañeros de instituto están indignados: "Nos falta un profesor desde principio de curso", cuenta. Llegaron a clase en septiembre y el docente se puso de baja sin que nadie lo sustituyera, por lo que han perdido todas las clases. "Su falta nos afecta de forma grave, la mayoría de las horas lectivas no las imparte", explica Rosa María. Han pedido un recambio, "pero hasta hoy todo son pegas".


La autoridad del profesor

El deterioro sistemático del papel del maestro nos sitúa ante un panorama desolador. No es sólo que tengamos una crisis de autoridad, es que nos acercamos a una oleada colectiva de ignorancia y estupidez

FRANCISCO J. LAPORTA
EL PAÍS - Opinión - 31-10-2009

Me alegra tener la oportunidad de empezar con un pequeño homenaje a don Manuel García Pelayo. Así definía él las cosas de las que aquí se va a hablar: se da una relación de autoridad -escribía- "cuando se sigue a otro o el criterio de otro por el crédito que éste ofrece en virtud de poseer en grado eminente y demostrado cualidades excepcionales de orden espiritual, moral o intelectual". Como algo diferente de la autoridad, definía así el poder: "La posibilidad directa o indirecta de determinar la conducta de los demás sin consideración a su voluntad... mediante la aplicación potencial o actual de cualquier medio coactivo o de un recurso psíquico inhibitorio de la resistencia".

De acuerdo con ello, una hipotética ley sobre la autoridad del maestro como la propuesta el pasado mes de septiembre en la Comunidad de Madrid, y que tanto eco ha encontrado, sería un caso claro de ejercicio de poder y tiene poco que ver con las relaciones de autoridad. Con las normas jurídicas se ejerce el poder, no se confiere autoridad. Se trata, en efecto, de un acto de poder jurídico orientado a evitar que los estudiantes (o sus padres) desarrollen conductas agresivas o humillantes contra los profesores mediante el expediente de amenazarlos con una sanción penal. Y, claro, como resultado de ello es probable que tales conductas dejen de realizarse o disminuyan. Muchos han mostrado su satisfacción ante ese resultado, pero la expresan en un lenguaje ambiguo, porque atribuir legalmente la condición oficial de autoridad para poner en marcha un mecanismo penal ni crea ni incrementa la otra autoridad, la decisiva, la autoridad académica del profesor. Y ello porque una cosa es sancionar conductas claramente indeseables, y otra, muy diferente, identificar eso -como se viene haciendo- con "restablecer la autoridad del profesor". Lo peor de esa confusión es que puede contribuir a que perdamos de vista algunos de los problemas de fondo que deberíamos abordar. Y ésos son los importantes. Aunque proviene de fuentes muy clásicas del pensamiento, la caracterización de la autoridad en los términos de García Pelayo acaso sea considerada hoy demasiado exigente. Jóvenes estudiosos españoles (Bayón, Ródenas) han perfilado una teoría de la autoridad más acotada y rigurosa. Mantienen que se reconoce la autoridad de otro cuando se siguen sus dictámenes con independencia de cuál sea el juicio propio sobre el contenido de esos dictámenes. Es decir, que las directrices de quien es considerado autoridad se aceptan como razones para las propias acciones con exclusión de las razones que uno pudiera tener al respecto. Si la autoridad lo dispone, eso vale ya como razón para comportarse de ese modo. No hace falta contrastarlo con otras razones. Lo que esto quiere decir, al margen de muchos matices que dejo aquí a un lado, es que la idea de autoridad sólo cabe si se piensa como algo que se incorpora a la racionalidad del individuo que la sigue. En determinadas situaciones, al seguir los dictados de la autoridad se es más racional, y sólo se es más racional cuando se siguen esos dictados. Muchos se preguntarán por qué. Pues precisamente por algo que latía en la formulación de García Pelayo: que ciertas cualidades de quien es autoridad invitan a tomar como criterio propio lo que ella dispone. La autoridad, pues, nos presta un servicio fundamental al poner a nuestra disposición una racionalidad que necesitamos para tomar decisiones en un contexto en que carecemos de capacidad suficiente para hacerlo por nosotros mismos. Vista desde esa perspectiva, la autoridad del profesor resulta ser una realidad innegable. Y no necesariamente porque posea cualidades excepcionales de orden intelectual o moral. Eso puede darse o no darse. Para ser autoridad sólo le hace falta un conocimiento acreditado de su materia y una voluntad de transmitirlo. Y en ello ha de descansar la racionalidad de quien le escucha. Porque en la relación educativa el profesor suministra al estudiante unos conocimientos destinados sobre todo a servir a éste. Si el estudiante aprende, si asimila esos conocimientos, habrá realizado una opción más racional que si no lo hace; más racional, se entiende, desde el punto de vista del propio estudiante. Esta perspectiva nueva de la noción de autoridad es lo que puede poner de manifiesto más vivamente la gravedad de la situación por la que estamos atravesando. Porque no es ya que tengamos una crisis de autoridad, es que parecemos estar cerca de una oleada colectiva de ignorancia y estupidez. O, dicho de otra manera, resulta que tener una crisis de autoridad en la escuela puede ser equivalente a experimentar un ataque colectivo de irracionalidad. Se podría distinguir, sin embargo, entre autoridad teórica, que sería la propia del profesor (o del médico, por ejemplo), y autoridad práctica, aquella que prescribe normas de conducta para el comportamiento individual y social. Si uno no sigue las orientaciones del profesor, no aprende; si no sigue las recomendaciones del médico, no se cura. Supuesto que sea racional aprender o curarse, ignorar los consejos y directrices de cualquiera de ellos es simplemente abandonarse a la irracionalidad. No escasean, por cierto, quienes así lo hacen. Todos hemos oído a gentes, incluso cultas, que oponen curanderías y patrañas al saber de los médicos. Con los profesores sucede a veces lo mismo. Se tienen por inútiles o banales muchas de las cosas que enseñan. Un latiguillo muy socorrido en estos tiempos es el del famoso "mercado de trabajo", incentivado ahora insensatamente por los responsables educativos con la cantinela de las "competencias" profesionales. Y, claro, no faltan padres, ignorantes por méritos propios o por la cultura televisiva de que se nutren, que desprecian lo que se enseña a sus hijos o demandan más de esto o más de aquello porque así será más fácil acceder a un puesto de trabajo o encontrar una "colocación". Lo que hay que enseñar a los chicos -repiten una y otra vez- son cosas "prácticas", cosas "útiles". Como si alguien supiera qué es eso. Y no digamos nada de lo que sucede con la autoridad práctica del profesor. Si el componente teórico de su autoridad se cuestiona a veces, el componente práctico, es decir, el que se ocupa de la disciplina del estudiante y el orden en el centro escolar, se viene deteriorando sistemáticamente. La situación en muchos centros parece ser la siguiente: las reglas se cumplen a regañadientes, y parece natural desafiarlas. Se dice con frecuencia que todo profesor pierde una buena cantidad de su tiempo en forcejeos sobre ellas. Podría pensarse que en chicos y chicas de cierta edad ésa es una actitud casi natural; lo que es inexplicable es que venga reforzada por los padres. Y sin embargo, un día sí y otro también, allí se presentan a cuestionar las reglas o desacreditar al profesor ante el hijo o la hija, deteriorando con ello cualquier vestigio de autoridad práctica que aún pudiera quedarle. De nuevo nos sale aquí al paso un comportamiento irracional. Y no sólo por la obviedad de que sin orden en el aula y en el centro resultará imposible cumplir el propósito educativo, sino por algo que va más allá: es que el seguimiento de reglas y la organización de las conductas en la sociedad es una condición necesaria para poder desarrollar un proyecto personal de vida. Y a respetar las reglas también se aprende en la escuela. En muchos casos más que en la propia familia. Deteriorar la autoridad práctica de los profesores, desactivando las exigencias de la disciplina o menospreciando las reglas que ordenan el centro, acaba por ser, pues, una amenaza para los propios hijos. La crisis de autoridad denota así un padecimiento general de nuestra racionalidad colectiva. No sé si somos conscientes de lo que eso supone.

A clase hasta los 18, quieras o no

Varios países han aumentado la escolarización obligatoria para luchar contra el abandono escolar - Para muchos, obligar a estudiar a alumnos casi adultos es ineficaz, inviable y contraproducente - Para otros, mejora su perspectiva laboral

J. A. AUNIÓN 04/11/2009

La cohesión social, la igualdad de oportunidades y la justicia han sido los motores clásicos para intentar que cada persona, cada joven estudie lo máximo posible. A este argumento se le fue uniendo otro que apela más a la rentabilidad colectiva: el crecimiento económico en la sociedad del conocimiento requiere una población cada vez más formada. La mezcla de ambos es una obsesión en los países desarrollados, que buscan fórmulas para erradicar o, al menos, mitigar el principal obstáculo: el número de chavales que dejan de estudiar tras la escolarización obligatoria -muchos ni siquiera consiguen obtener el título más básico-. Si les ocurre a países como Reino Unido o Francia (con un 13% de abandonos) mucho más a España (con más del 30%).

Mejorar la calidad de la enseñanza con más medios, ofrecer otras vías de escolarización y de reenganche para los que abandonaron e, incluso, pagar a los más pobres, con mayor riesgo de exclusión, para que sigan estudiando son algunas de las estrategias posibles. Pero hay una que cíclicamente se coloca sobre la mesa, que consiste en obligarles a que estén más tiempo en el sistema, es decir, aumentar la edad de escolarización obligatoria, que en España está en los 16 años. Esta idea es para algunos una auténtica locura por inviable, ineficaz y contraproducente. Obligar a permanecer en las aulas a jóvenes de 16 y 17 años que no quieren estar en ellas provocaría graves problemas en las aulas y ni siquiera sería beneficioso para ellos, opinan expertos como el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid Julio Carabaña. Para otros, como el profesor de la Universidad de Barcelona Francesc Raventós, aunque causase "problemas menores", también puede ayudar a "resolver problemas mayores", como esa alarmante cifra de abandono escolar. Y recuerda que ese aumento hasta los 18 años ya se ha llevado a cabo en países como Alemania, Bélgica u Holanda. También en un buen número de Estados de EE UU, Hungría Polonia e Israel. Otros países, como Portugal o Reino Unido, planean hacerlo. En España, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, volvió a abrir la espita del debate la semana pasada, al sugerir la posibilidad de aumentar de los 16 a los 18 años la edad de escolarización obligatoria. Fuera una propuesta, un deseo o una llamada a la reflexión -como apuntó la secretaria de Estado de Educación, Eva Almunia- sus palabras plantean una vez más si realmente debemos obligar a los chicos a seguir en la escuela aunque no quieran. El profesor de la Universidad de Toronto Philip Oreopoulos se plantea esa duda en un reciente estudio. Tras analizar las subidas de la edad de escolarización obligatoria que han hecho muchos Estados de EE UU (en 28 de ellos, la edad mínima está en 17 o 18 años), se responde a sí mismo, como Raventós: "Da más beneficios que problemas", sobre todo si "va acompañada por esfuerzos para hacer que esos años extra sean más productivos y aceptables para aquellos que realmente no quieren estar en la escuela", dice por correo electrónico. Oreopoulos calculó en su trabajo que un año más de escolarización obligatoria aumenta de media un 10% la riqueza que obtendrá una persona a lo largo de su vida, que las tasas de abandono escolar caerán un 1,4% y las de matriculación en la escolarización posobligatoria subirán un 1,5%. Pero no todo en la vida es estadística y, ésta, además, es muy discutible, según Julio Carabaña. Los datos son tan interpretables que las predicciones se convierten en muy débiles, asegura. Además, como admite el propio Oreopoulos, el hecho de que chavales que no quieren permanecer estén más tiempo en la escuela no significa que vayan a aprender algo. "Se puede escolarizar obligatoriamente a los niños, pero no a los adultos. Si fuera posible, sería contraproducente: los forzados complicarían la vida en las escuelas. Y aun cuando no fuera contraproducente, sería estéril: los forzados no ganarían nada, y mucho menos la economía", dice Carabaña. Sin embargo, Oreopoulos sostiene que hay una parte de alumnos que abandonan, no tanto porque estén hartos de la escuela, sino porque se dejan arrastrar por su entorno y por lo que llama una visión miope, es decir, que las ventajas laborales de la educación quedan tan lejos en el tiempo que no se ven. A estos jóvenes sí les beneficiaría más tiempo de escolarización, asegura. Pero, por beneficioso que pueda ser, la cuestión sigue tocando temas muy delicados de libertad individual. "¿Hasta qué punto tiene la sociedad derecho a obligar a una persona a permanecer escolarizada hasta los 18 años? Por muy importante que sea el conocimiento y por muy beneficiosa que pueda (y digo pueda) resultar la educación, no debemos olvidar que estamos hablando de una forma de institucionalización, de internamiento forzoso a tiempo parcial", dice el catedrático de la Universidad de Salamanca Mariano Fernández Enguita. Aún echando en falta más detalles sobre la idea que lanzó Gabilondo, padres y sindicatos como FETE-UGT y CC OO ven bien la posibilidad de subir la edad obligatoria, aunque otros más pequeños como Anpe y Csif, no. Algunos empresarios de la enseñanza privada, como CECE, lo ven con buenos ojos, pero tampoco todos; la católica FERE, principal representante de la educación concertada en España, dijo que no le parece adecuado, aunque esté dispuesta a hablarlo en el marco del pacto educativo, como lo planteó Gabilondo. E incluso el PP dijo que no se opone de primeras, aunque no le parece prioritario. "La idea puede sonar bien a quienes temen el coste político del paro y no hay nada sorprendente en el contento de las asociaciones de padres, los sindicatos de profesores y la enseñanza privada", dice Fernández Enguita. "Sobre el papel es la bomba: calculando a ojo podría ser un cuarto de millón de parados menos, hasta 300.000 alumnos nuevos y, en consecuencia, más de 30.000 nuevas plazas de profesores, además de la gratuidad para la enseñanza privada en el tramo". Lo que sí dijo el ministro es que no se podría hacer de un día para otro y que el sistema educativo tendría que ser mucho más flexible de lo que es ahora, dando a los alumnos diferentes opciones de estudio y escolarización, algo en lo que coincide el trabajo de Oreopoulos. El profesor de Toronto pone el ejemplo de la provincia de Ontario (Canadá), donde el aumento de la escolarización hasta los 18 se acompañó de un aumento de los programas de FP y de oportunidades de aprobar créditos como aprendices en trabajos o tomando cursos en la universidad. Precisamente, el tiempo parcial es lo que imponen, como mínimo, entre los 16 y los 18 en Alemania, Bélgica y Polonia. En EE UU, la mayoría de los Estados que han subido la edad obligatoria contemplan la posibilidad de eximir a los jóvenes de 16 y 17 años que cuenten con el permiso familiar para dejar los estudios. Raventós dice que España "no se puede permitir el lujo" de tener un 31% de abandono escolar temprano. El profesor dirigió en 2005 junto a Joaquim Prats un estudio sobre los sistemas educativos europeos y admite que algunos países de los que han aumentado la obligatoriedad hasta los 18, como Alemania u Holanda, tienen en sus sistemas educativos serios problemas de equidad (los alumnos se separan muy jóvenes en caminos estancos que les llevan a la FP o a la universidad), pero asegura que la forma en que esos países abordan sus problemas "les suele dar mejores resultados". También recuerda el gran retraso educativo que se produjo en España por el franquismo. Cuando se empezó a hablar en serio de obligatoriedad hasta los 18 años en Europa, a finales de los ochenta, España todavía tenía el tope en los 14 y poco después, en los noventa, fue cuando se aumentó a los 16. "Pero en la medida que vamos rezagados, debemos hacer unos esfuerzos extra, y no los estamos haciendo", dice. Y remata que, por supuesto, elevar la escolarización obligatoria, aparte de más recursos económicos y humanos, requeriría garantizar la autonomía de los centros, buenos profesores y buenos directores. Los Sindicatos de Trabajadores de la Enseñanza (STES) también se refieren a ese retraso, pero al contrario que Raventós, sostienen que el sistema aún no se ha llegado a recuperar del todo del aumento de escolarización hasta los 16, por lo que sugiere hacer las cosas al revés, es decir, mejorar primero lo que ya hay, reduciendo ese gran fracaso escolar, y empezar a hablar de aumentar la edad obligatoria. No sería lo mismo obligar a seguir dos años a un 31% de chavales que potencialmente preferirían estar en otro lado, que a un 15%, que es la media de abandono en la UE. Así, la medida más ajustada del efecto que podría tener la iniciativa en España la dará Portugal (con un 36% de abandono) que quiere elevar la obligatoriedad a los 18 en 2012. "Si lo que quieren es rellenar las estadísticas, que las llenen", insiste Carabaña. Duda de las bondades de los programas de aprendices que existen en Alemania para esos alumnos a tiempo parcial y recalca: "De lo que se trata es de convencer a la gente, no de obligarles". La escolarización ha ido aumentando conforme ha crecido la demanda de educación, dice, y es ahí donde hay que actuar. A Fernández Enguita una subida de la escolarización obligatoria le parecería "una fuga hacia delante" y desde luego no cree que el problema del fracaso se vaya a arreglar con más de lo mismo, sino con esas nuevas y variadas formas de escolarización, de "combinación de estudio y trabajo y de retorno ulterior y voluntario al sistema educativo", eso sí, no obligatorias, además de una revisión de lo que se hace en las clases. "Lo que hay que hacer, primero, es averiguar qué es lo que expulsa a los jóvenes de las aulas, hasta qué punto se ha divorciado el conocimiento escolar de las necesidades y oportunidades sociales", dice. No hay que olvidar que España es uno de los países en los que menos diferencia salarial supone tener un título superior, y que las distancias son enanas entre los que sólo terminaron la ESO y los que se sacaron la FP de grado medio, aunque las diferencias de paro sí son importantes y las salariales estén aumentando debido a la crisis económica. En cualquier caso, algunas de esas medidas de las que habla Enguita, mal o bien, se están intentando -en 2008 se firmó un acuerdo entre Gobierno y autonomías contra el fracaso escolar-. Así que la cuestión sería, si merece la pena y si es lícito añadir el empujón coercitivo. El responsable del Informe Pisa de la OCDE, Andreas Schleicher, no se decanta, pero le quita importancia: "Ya hay fuertes incentivos económicos para que la gente permanezca en la escuela y grandes desventajas laborales para los que no tienen ninguna formación. Elevar la edad de escolarización obligatoria puede ser una manera de mejorar los resultados, pero motivar a los jóvenes para seguir en la escuela y ofrecer una instrucción de gran calidad es, por lo menos, igual de importante".


miércoles, 4 de noviembre de 2009

El inicio temprano en el cannabis desemboca en fracaso escolar

La droga afecta a áreas del cerebro relacionadas con la memoria y la concentración

EMILIO DE BENITO - Madrid - 22/10/2009

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/inicio/temprano/cannabis/desemboca/fracaso/escolar/elpepusoc/20091022elpepisoc_3/Tes

La relación entre cannabis y fracaso escolar está cada vez más clara. Esta droga afecta a dos áreas del cerebro (hipocampo y amígdala) que están relacionadas con la memoria, la concentración y la capacidad de relacionar conceptos. De ahí que la tasa de quienes han repetido dos cursos o más sea casi el doble entre quienes fuman esta sustancia habitualmente (el 36%) que entre quienes no lo han hecho nunca (el 20%).

Este dato y su explicación son una de las novedades de la guía Cannabis II, presentada ayer por la delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmela Moya. Con esto no se cierra el ciclo ni se resuelve al 100% la pregunta de qué fue antes, si el consumo de drogas o ser un alumno conflictivo, pero apunta a una base biológica que permite afirmar que en algunos casos el estupefaciente precede al fracaso.
El caso extremo de esta relación se da en los hijos de mujeres que tomaron cannabis durante el embarazo o en la lactancia. También en ellos se ha observado que hay una disminución de capacidades como la memoria o la de planificar tareas, dijo Amparo Sánchez, del Comité Clínico del Plan Nacional sobre Drogas.
La insistencia en el efecto del cannabis en los más jóvenes está justificada por los datos. A pesar del descenso en el consumo registrado desde 2004, uno de cada cinco menores entre 14 y 18 años toma cannabis habitualmente, y un 2,2% (unos 40.000 chicos y chicas) son ya "consumidores problemáticos" de esta sustancia, según Sánchez. Es decir, ya han presentado problemas por intoxicación aguda (ataques de ansiedad, psicosis) o más a largo plazo, como el citado fracaso escolar. Sánchez indicó que estudios internacionales han demostrado que sólo un 2% de las personas que se inician jóvenes (la edad del comienzo del consumo está en España en los 14,6 años) consiguen un título universitario, mientras que la proporción entre los que no han tomado nunca la sustancia es del 38%.
Ante estas cifras, uno de los objetivos de esta comisión es desmontar el tópico de la inocuidad del cannabis, sobre todo, entre lo más jóvenes. Pero aquí los datos son contradictorios. Si bien ha aumentado la proporción de quienes saben que consumirlo habitualmente es malo (lo dice el 88,3%), son más quienes creen que fumar una cajetilla de tabaco al día es peor (lo opina el 88,8%). En 2004 los porcentajes eran del 83,7% y del 80,3% respectivamente.
Sólo hay más proporción de consumidores de drogas entre los repetidores en los casos de las sustancias legales (tabaco y alcohol), que son las que más se combinan con el cannabis. Este aspecto del policonsumo fue destacado por Moya, quien destacó el efecto de "puerta de entrada" del cannabis hacia otras sustancias ilegales. Aunque lo matizó: lo normal es que quien consume otras drogas, como cocaína o heroína, haya empezado por el porro, aunque eso no quiere decir que todos los que fuman hachís o marihuana acaben pasándose a otras sustancias. La causa de esta relación, aparte de la genética que predispone a una adicción, está en que todas se obtienen en el mercado ilegal, por lo que al buscar una se entra en contacto con las otras.