miércoles, 4 de febrero de 2015

Lecturas voluntarias de 4º ESO (examen 24 de febrero)

Saltar sin red de Fernando J. López


El libro se puede comprar en la librería Antígona 
 C/ Prim 15, local
Madrid   28004  Telf.:  911191732 - 
info@edicionesantigona.com

Saltar sin red - fragmento

DRAMATIS PERSONAE
TANE
CRISTINA
ANDREA
ÁLVARO
CLAU
BÁRBARA
La acción se desarrolla en una sala vacía y destartalada ubicada en cualquier campus universitario español. Todos los personajes son jóvenes —apenas veinte años— y su aspecto ha de ser tan diverso y heterogéno como la generación a la que pertenecen.
ESCENA I
AHORA, DESPUÉS DE TODO AQUELLO

TANE es una chica peculiar. Diferente. En esta escena la vemos mucho más relajadatambién más maduraque durante su aparición en la Escena II. Mezcla el inglés con naturalidad, de modo espontáneo y nada pretencioso. Resulta extraña y se autoconsidera una friky en ciertos aspectos, pero resulta mucho más cercana de lo que ella misma cree.

TANE
(Recogiendo en cajas parte de los trastos de lo que parece ser un local de ensayo o la sede de una asociación. Cansada, hace una pausa y teclea algo en su móvil. Estado de Facebook: actualizado.) «Aburrida». Ese es uno de los adjetivos que más había usado últimamente en mi estado del Facebook. «Plof». «De bajón». «Desmotivada». «Bored». «Ennuyée». «Gelangweilt».
Pero escribirlo en otros idiomas tampoco rompía el maleficio. Nada lo hacía. Así que dejaba pasar las horas haciendo tareas supuestamente superimportantes y que, en realidad, no me importaban prácticamente nothing. O pasaba apuntes al ordenador, o estudiaba por anticipado asignaturas que sabía que no iba a aprobar ni de broma, o seguía perfeccionando idiomas que hace tiempo ya no hablo con nadie.
La culpa, supongo, la tuvo aquel verano. El summer que pasé en Londres, porque no se puede ir a London y volver igual, como si no hubiera ocurrido nada. Pero allí estaba yo, caminando por Oxford Street, o arañando unas libras para ver un musical en los teatros del Covent Garden, o volviendo a arañar esas mismas libras para tomarme una copa con otras aupairs en el Soho. Luego, cuando vuelves a casa, con tus padres, con tu family, con todo lo que eso conlleva, la vida se te hace más pequeña, más escasa, más ridícula. Porque vuelves a tener normas que no son tuyas, códigos que ellos llaman de convivencia pero que a ti te hacen sentir una maldita adolescente. Como si no fueran veintiuno, sino quince. Teenager again.
Por eso, en cuanto vi esa convocatoria en Facebook, entre Me gustas varios y actualizaciones de estado sin interés alguno, me decidí a apuntarme. ¿Una asociación crítica de universitarios? Lovely! Al fin un sitio donde podía encajar… Un sitio donde —eso pensé— dejar de estar tan bored, tan tired, tan harta de echar de menos London… Lo que no podía imaginar entonces es que esto iba a ser mucho más que una «asociación crítica». Aún hoy I can’t believe it. Cómo iba yo a saber que mi vida minúscula post-London volvería a ensancharse del modo en que lo hizo. Y es que hoy, después de estos dos años de «la primera asociación activa y crítica de nuestra universidad», creo que no soy la misma. O si lo soy, ya no me reconozco.
No

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